Ludicum en Medina de Rioseco
Iniciamos el viaje hacia el Canal de Castilla. Nosotros vamos a navegar por el Ramal de Campos, de 78 km, es el ramal con menos desnivel, requiriendo la construcción de 7 esclusas. Comienza en Calahorra de Ribas y sigue hasta Medina de Rioseco.
Municipios por los que discurre el ramal de Campos:
Provincia de Palencia:
Ribas de Campos, Becerril de Campos, Husillos, Villaumbrales, Paredes de Nava, Fuentes de Nava, Autillo de Campos, Abarca de Campos, Castromocho, Capillas, Castil de Vela y Belmonte de Campos
Provincia de Valladolid
Tamariz de Campos, Villanueva de San Mancio y Medina de Rioseco.
Empezamos nuestro recorrido por Medina de Rioseco. población de unos 5000 habitantes, declarada conjunto histórico.
Impresionante su calle Mayor, la Plaza Mayor, el Museo de San Francisco y su retablo y las Iglesias de Santa Maria y Santiago.
Os copio la información que deje en el autobús, por solicitud de algún viajero:

EL CANAL DE CASTILLA, es uno de los proyectos más relevantes de ingeniería civil de la España Ilustrada, el objetivo principal de su construcción fue servir como vía fluvial de comunicación y transporte que solucionase el problema de aislamiento al que estaba sometida la meseta castellana y leonesa, debido a una orografía complicada y una deficiente y mal conservada red viaria, que dificultaba y hacía casi imposible el transporte de los excedentes agrarios de la región, cereales en su mayoría.
Aunque habían existido antecedentes de proyectos similares en los siglos XVI y XVII, no sería hasta mediados del siglo XVIII, cuando Fernando VI y su ministro más influyente, el Marqués de la Ensenada, empezaron a pensar en un ambicioso plan para desarrollar la economía de España, plan en el que tendría gran notabilidad las obras públicas relacionadas con la comunicación.
Es entonces cuando el Marqués de la Ensenada propone a Fernando VI la construcción de una red de caminos y canales de navegación pensados para Castilla, al ser, por entonces, la principal productora de cereales. Dos años más tarde, el ingeniero Antonio de Ulloa, presenta el “Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León” basado en otros trabajos previos del ingeniero francés Carlos Lemaur.
En el proyecto inicial se contemplaban 4 canales, que unirían Segovia con Reinosa, con la intención de, en un futuro, atravesar la cordillera Cantábrica y poder llegar al mar por el puerto de Santander. El Canal del Norte pretendía unir Reinosa (Santander) con el sitio de Calahorra de Ribas (Palencia). De este tramo se llega a construir desde Alar del Rey hasta Calahorra de Ribas. El ramal Canal de Campos, que continuaría desde Calahorra de Ribas (Palencia) por la comarca de Tierra de Campos hasta Medina de Rioseco (Valladolid), se construye en su totalidad. Canal Sur, que tomaría las aguas del Canal de Campos en el sitio conocido como el Serrón (Grijota), para desembocar en el Río Pisuerga en Valladolid, y que también se construye en su totalidad. Y el Canal de Segovia, que uniría Segovia con Villanueva de Duero (Valladolid). Nunca fue realizado……
Las obras de este grandioso proyecto dieron comienzo el 16 de julio de 1753 en Calahorra de Ribas, término municipal de Ribas de Campos (Palencia), bajo la dirección de Antonio de Ulloa y el ingeniero jefe Carlos Lemaur, en el tramo conocido como Ramal de Campos. Al año de haberse iniciado se paralizan, habiéndose construido hasta ese momento 25 km aguas abajo, desde Calahorra de Ribas a Sahagún el Real (cerca de Paredes de Nava).Posteriormente, en el año 1759 las obras se reanudan, pero esta vez se acuerda iniciarlas en el estrecho de Nogales, cerca de Alar del Rey, comenzando de esta forma la construcción del Ramal del Norte, siendo finalizadas las obras de este ramal en agosto de 1791, cuando las aguas del Norte se unen con las del Ramal Campos en el lugar de Calahorra de Ribas.

Al año siguiente de la finalización de las obras del Ramal Norte se inicia la navegación en el tramo comprendido entre Sahagún el Real (Paredes de Nava) y Alar del Rey, a la vez que se comienzan las obras del Ramal Sur desde El Serrón (Grijota) hacía Valladolid.La Guerra de la Independencia y la posterior etapa de crisis política, económica y social que atravesó España, ocasionaron grandes destrozos en lo ya construido, y obligaron a paralizar las obras en Soto Alburez cerca de Dueñas (Palencia). Era el año 1804.
El rey Fernando VII, previa visita realizada a las instalaciones del Canal, y viendo que el Erario Público no era capaz de seguir sufragando el coste de dicha obra, dicta, el 10 de septiembre de 1828, una Real Orden para que el proyecto pudiera ser ejecutado por una empresa privada.
De esta forma, en 1831 el Estado concede a la “Compañía del Canal de Castilla” la explotación del Canal durante 80 años, una vez finalizadas las obras. A cambio se compromete a finalizar las obras en un plazo de siete años. Nuevas dificultades bélicas de la época impiden el cumplimiento de los plazos marcados, por lo que es necesario redactar un nuevo convenio mediante el cual se acorta el plazo de explotación a 70 años, y se amplía el plazo para acometer las obras, lo cual permite finalizarlas en 1849, tal como las conocemos en la actualidad.
Una vez privatizada su construcción en 1835 se finaliza el Ramal del Sur con la llegada de las aguas al río Pisuerga a Valladolid, y en 1849 se ve finalizado el Ramal de Campos bajo el reinado de Isabel II.
Así el 14 de diciembre de 1849 comienza la explotación del Canal de Castilla; navegación, fuerza hidráulica, regadío y pesca por la “Compañía del Canal de Castilla” y un periodo de 70 años, una vez concluidos estos revertirá de nuevo al Estado, que es quien lo administra desde entonces, dependiendo en la actualidad la gestión y explotación a la Confederación Hidrográfica del Duero.
Aunque la navegación comenzó por el ramal Campos-Norte a finales del siglo XVIII, la época de mayor esplendor tuvo lugar una vez concluido todo su recorrido actual, entre los años 1850-1860, cuando las barcas que surcaban el Canal superaban las 350, la mayoría de ellas de propiedad privada.
La apertura de la línea férrea Valladolid-Alar del Rey, con un trazado casi paralelo al del Canal de Castilla, motiva que el Canal de Castilla vea truncada su utilización “como vía de transporte y comunicación”.
No obstante su cauce sigue proporcionando otros usos derivados de la fuerza motriz, generando un desarrollo económico e industrial en las localidades por las que discurre y propiciando que nazcan fábricas de papel, harinas, cueros, molinos, armas e incluso astilleros.El Canal de Castilla ya no solo era una vía de comunicación y una arteria para irrigar los socarrones campos de Castilla, también era el responsable del despertar industrial de la Región.
Aquí están las fotos que fui haciendo con el móvil. Si alguien no quiere que se publique alguna, que nos lo haga saber, por favor, via email a info@ludicum.com.
Gracias a todos por vuestra paciencia y comprensión. Espero volver a encontraros.
¡Feliz verano!
Marga




Os dejo lo que he encontrado sobre la leyenda del Cocodrilo..
La leyenda del cocodrilo
De cómo un valiente preso se enfrentó a un enorme cocodrilo que atemorizaba a la ciudad.
Un viejo pellejo de caimán cuelga del cancel de madera de la entrada de la iglesia de Santa María. Lo más probable es que fuera traído como exvoto de las Américas por algún indiano riosecano, aunque circula por la localidad una curiosa leyenda para explicar su procedencia.
Cuentan que cuando se estaba construyendo la iglesia, los obreros encontraban al día siguiente toda su faena destruida. No se sabía quién era el responsable de aquellas fechorías hasta que un día se descubrió al monstruo. Era un cocodrilo gigantesco que atemorizó a todos los que le vieron.
Nadie se atrevía a enfrentarse con el animal, así que reunidas las autoridades en concejo decidieron ante la falta de aguerridos voluntarios, proponer tal trabajo a un preso con el premio de su libertad si acababa con la fiera. Así fue como se ofreció un voluntario, que acabó con el cocodrilo con una ingeniosa idea. Se disfrazó con espejos, lo que hizo que el animal al verse reflejado se quedara absorto, -no sabemos si con su belleza-, lo que aprovechó el héroe para acabar con su vida de un certero lanzazo.
En “La voz de Rioseco” También hablan sobre ello:
El lagarto de la iglesia de Santa María: entre la fábula y el exvoto
7 Nov, 2010Por Ángel Gallego Rubio

Santa María de Mediavilla es la principal de las iglesias de Medina de Rioseco. Sita en la parte más alta de la ciudad, comenzó a construirse a finales del siglo XV. De estilo gótico tardío, con añadidos renacentistas y barrocos como la torre, en su interior destacan la impresionante Capilla de los Benavente, con retablo de Juan de Juni y reja de Francisco Martínez; el coro, con reja de Cristóbal de Andino y sillería barroca procedentes del convento de San Francisco o el bello retablo mayor obra de Esteban Jordán.
Y, entre el derroche de arte que nos ofrece el templo dedicado a la Asunción de la Virgen María, encontramos un curioso elemento que parece estar fuera de lugar: un viejo pellejo de caimán que cuelga del cancel de madera de la entrada.
Cuentan que cuando se estaba construyendo la iglesia, los obreros encontraban cada día toda su faena de la jornada anterior destruida. No se sabía quién era el responsable de aquellas fechorías hasta que se descubrió al monstruo. Era un enorme cocodrilo que atemorizó a todos los que le vieron. Otra versión de la leyenda dice que el reptil habitaba en el río Sequillo causando grandes estragos en personas y ganado por las cuestas del páramo de don Lázaro, en el paraje de Lera, donde estaba la Virgen de los Pastores. Nadie se atrevía a enfrentarse con la fiera, así que reunido el concejo decidió, ante la falta de corajudos voluntarios, conceder el indulto a un preso que había sido condenado a muerte si acababa con el cocodrilo. El reo así lo hizo valiéndose de una ingeniosa idea que salvó su cuello de lucir como corbata la áspera soga de la horca: se disfrazó con un traje de espejos, lo que hizo que el animal al verse reflejado en su oponente quedara atónito, -no sabemos si absorto con su belleza o asustado de su propia fiereza-, momento que aprovechó el condenado para propinarle, valga el símil taurino, una certera estocada que hizo rodar sin puntilla a la bestia.
Todavía la imaginación popular alimentó más la leyenda al pretender reconocer al villano, convertido ya en héroe, y a un niño salvado de las fauces del temible saurio retratados en un cuadro que desde el siglo XVIII existe junto al órgano barroco de la iglesia.
Pero en realidad, el cocodrilo no estuvo nunca vivo en Rioseco, ni el caballero del retrato lo mató, ni estuvo preso y mucho menos condenado a la pena capital, ni el niño que le acompaña corrió peligro por la ferocidad del reptil; pues en la parte inferior del citado óleo podemos leer: “Berdadero retrato de Dn Manuel Milan hijo de la Ciudad de Medina de Rioseco en el Reyno [de] España que falleció en la ciudad de la Puebla de los Angeles de Edad de 41 años, a 11 de julio de 1757 a las 3 de la mañana y de su sobrino Dn Phelix Baquero Milán.”

Lo que sí es cierto es que fue aquel Manuel Milán, riosecano que marchó a América en busca de una fortuna que encontró llegando a ser alcalde de la mejicana Puebla, quien donó la piel del gran caimán, -que al parecer, según expertos, tenía más de 100 años y procedía de los terrenos pantanosos del Golfo de Méjico- como un exótico regalo a la iglesia de su patria chica para la que ya su familia había sufragado diversas obras y donativos. Y parece ser que aquel niño, Félix, hijo de una hermana suya casada con un supuesto hidalgo de Valdenebro fue quien la envió a Rioseco legándola en su testamento a la iglesia y a la cofradía de la Soledad, de la que era cofrade, junto con varias arquetas de plata y carey, un cáliz y el retrato que les había pintado el artista azteca Miguel Castillo. El legado arribó a España en el galeón de Veracruz, a través de la Casa de Contratación de Sevilla, no sin avatares, pues la parroquia tuvo que reclamar a este organismo unas lámparas y unas vinajeras de plata que no habían llegado, seguramente por haber cambiado su destino algún avispado funcionario de la época hacia sus propias arcas.
No es este el único cocodrilo o caimán que podemos contemplar en un recinto sagrado. Los encontramos, entre otros lugares, en la colegiata de Berlanga en Soria, la iglesia de Santiago del municipio salmantino de Santiago de la Puebla, la ermita de Sonsoles en Ávila, San Ildefonso en Jaén, la madrileña San Ginés, la del Patriarca en Valencia, la ermita de las Angustias de Icod de los vinos en Tenerife, el Viso del Marqués en Ciudad Real, el Santuario de la Virgen de Consolación de Utrera y la mismísima catedral de Sevilla. También otro tipo de reptiles como la boa de la ermita de la Virgen del Camino en Zamora. Todos con su leyenda a cuestas que, curiosamente, en muchos casos coincide con la riosecana del preso y su traje de espejos y, en realidad, ofrecidos como donativos o exvotos por diversos indianos que desde tierras lejanas pretendían así honrar a las iglesias de sus localidades natales o a las imágenes de su devoción.
Más no acaban aquí las peripecias de la piel de nuestro lagarto, pues tras más de 300 años atemorizando con su simple presencia a varias generaciones de pequeños riosecanos, acabó endulzando su paladar gracias al ingenio de un comerciante que hizo reaparecer recientemente los ‘auténticos cocodrilos del Sequillo’ convertidos en piruletas de caramelo y como motivo decorativo de dedales, llaveros y demás recuerdos turísticos.
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